Por Precios Transparentes, los electrodomésticos subieron 30% en tres meses
Desde febrero, los precios se dispararon y las ventas se hundieron debido al fallido programa con el que el Gobierno pretendía mejorar el consumo.
Tres semanas después de que el Gobierno admitiera que Precios Transparentes fue un fracaso, la Secretaría de Comercio presentó cambios en su política. El consumo se mantiene en caída libre y se desplomó un 30% el uso de tarjetas de créditos. Desde la implementación de este programa, en poco menos de tres meses, los productos de electrónica aumentaron hasta un 30%.
El secretario Miguel Braun decidió que los negocios ya no deben informar el costo financiero ni la tasa efectiva anual. Además, los habilita a ofrecer cuotas sin intereses, siempre y cuando el costo de financiación sea absorbido por los bancos o los mismos negocios.
A pesar de la ruina de Precios Transparentes, los precios continuaron en alza, tal como consignó Ámbito Financiero. En la primera semana de febrero, ni bien se había anunciado el programa, un televisor Samsung HD de 50» costaba $ 12.480 en una sola cuota, mientras que hoy ese mismo producto cuesta $ 15.599 sin financiación; es decir que sufrió un incremento del 25%. Ahora, quien quiera pagarlo en 12 cuotas también deberá abonar más que hace sólo dos meses y medio. En febrero salía $ 15.599, hoy con la misma financiación cuesta $ 18.105, un 16% más.
La Confederación de la Mediana Empresa (CAME) difundió en su último informe mensual una caída de las ventas minoristas del 4,1%, pese a que los comercios no bajan sus precios, sino que los aumentan.
A esto se suma que la caída de las ventas con tarjetas de crédito y débito que en febrero se desplomaron un 30% respecto de enero, y la cantidad de transacciones bajó 28,3%, en un mercado en el que las compras en cuotas con plásticos pierden terreno, a partir de la flamante medida, resaltó el medio.
Para el ministro de Producción, Francisco Cabrera, el fracaso de los Precios Transparentes se debió a cuestiones «psicológicas» y a que «se rompió la magia» que había en torno a las supuestas ventas sin interés que sí tenían un costo financiero implícito.