Polémico editorial de La Nación reclamando la libertad de genocidas
El diario que dirige Bartolomé Mitre sostuvo en su editorial de hoy que «es hora de poner las cosas en su lugar» y «las ansias de venganza deben quedar sepultadas de una vez para siempre». Además, calificó de «vergüenza nacional» la situación de los detenidos por delitos de lesa humanidad.
El diario La Nación no tardó ni un día en pedirle al presidente electo, Mauricio Macri, la libertad de los genocidas de la última dictadura militar. En su editorial de hoy, el diario que dirige Bartolomé Mitre sostuvo que «es hora de poner las cosas en su lugar» y calificó de «vergüenza nacional» la situación de los detenidos por delitos de lesa humanidad.
«Un día después de que la ciudadanía votara un nuevo gobierno, las ansias de venganza deben quedar sepultadas de una vez para siempre», afirma el matutino que, citando a la senadora Norma Morandini, agrega con cinismo: «La causa de los derechos humanos no se puede defender con mentiras. No se puede defender tampoco con nuevas violaciones de derechos humanos como está ocurriendo en el país».
Según la nota en la que diario de Mitre vuelca su doctrina, «los trágicos hechos de la década del setenta han sido tamizados por la izquierda ideológicamente comprometida con los grupos terroristas». Además, compara esos hechos con los ocurridos hace diez días en Francia: «En nada se diferencian quienes provocaron el viernes 13, en París, la conmoción que sacudió al mundo. Aquella izquierda verbosa, de verdadera configuración fascista antes y ahora, se apoderó desde comienzos del gobierno de los Kirchner del aparato propagandístico oficial».
Blandiendo la teoría de los dos demonios, el texto afirma que «la sociedad argentina de los años setenta no era necesario explicarle que el aberrante terrorismo de Estado sucedió al pánico social provocado por las matanzas indiscriminadas perpetradas por grupos entrenados para una guerra sucia, a los que el kirchnerismo ha distinguido con la absurda calificación de ‘juventud maravillosa'».
«Ha llegado la hora de poner las cosas en su lugar. Debatir que quienes sembraron la anarquía en el país y destruyeron vidas y bienes no pueden gozar por más tiempo de un reconocimiento histórico cuya gestación se fundó en la necesidad práctica de los Kirchner de contar en 2003 con alguna bandera de contenido emocional. Lo hicieron así al asumir el poder con apenas el 22 por ciento de los votos. Antes habían mirado en esos asuntos para otro lado», sentencia.
Para La Nación hay «dos cuestiones urgentes por resolver» en ese sentido. Una es «el vergonzoso padecimiento de condenados, procesados e incluso de sospechosos de la comisión de delitos cometidos durante los años de la represión subversiva y que se hallan en cárceles a pesar de su ancianidad», que calcula en cerca de 300, y califica a esa situación como «una verdadera vergüenza nacional».
Además, advierte que «la cultura de la venganza ha sido predicada en medios de difusión del Estado y en las escuelas habituadas a seguir las pautas históricas nada confiables del kirchnerismo» y remarca: «El palabrerío de sujetos que han sido responsables de haber incendiado al país en los años setenta convencidos de que las armas de fuego y los explosivos, con sus secuelas de muerte y dolor, eran la vía de acceso a una sociedad mejor, no puede intimidar a los políticos responsables, ni a los jueces compenetrados de su misión, de actuar en consonancia con la verdad histórica y los principios básicos del derecho penal».
Sobre el cierre, no se priva de citar al papa Francisco para argumentar en favor de quienes asaltaron el poder por la fuerza para llevar adelante un plan sistemático de detención ilegal, tortura, asesinato y robo de bebés: «Siempre será indispensable construir a partir de la verdad completa, apaciguar y no agotar la búsqueda de todos los medios necesarios para que se cumpla la imploración del papa Francisco de que todas las herramientas de la ley se activen ‘para evitar cualquier tipo de venganza y curar las heridas’, aunque ‘sin dejar de mirar las cicatrices’, como bien aportó».