Mario Bunge: La medicina carece de una teoría

El físico, filósofo y epistemólogo Mario Bunge disertó en Mar del Plata, invitado por una Fundación médica, dentro del ciclo que resume su último trabajo: Filosofía para Médicos. Con noventa y tres años, 15 doctorados honoris causa y decenas de libros escritos, sigue demostrando que es una de las mentes contemporáneas argentinas más brillantes. 

 

 

(Por Carlos A. Quintana) La puerta de la sala de médicos, que conecta con el Aula 1 del Hospital Privado de Comunidad, se abrió y apareció un frágil anciano. El auditorio estalló en aplausos.
Un accidente con un par de anteojos retrasó por más de media hora el inicio de la conferencia. Todos estábamos ansiosos pero nadie se quejó ni quiso ceder el lugar que había obtenido: el tamaño de la sala no era acorde al del conferencista, y la oportunidad de escuchar en persona a Mario Bunge, y poder interactuar con él, posiblemente no se repita.
Mario Bunge es el filósofo de la ciencia vivo más importante. A pesar de haber recibido más de 15 doctorados honoris causa y de publicar decenas de libros de ciencia y filosofía, posiblemente su rasgo más resaltante sea su compromiso con el conocimiento y su prepotencia de trabajo. Difícilmente alguien pueda conocer su obra completa por su complejidad, pero también por su extensión: a los 93 años sigue publicando.
“Filosofía para médicos” es su título en castellano más reciente, del cual estuvo hablando frente a un público compuesto principalmente por médicos. Durante más de dos horas presenciamos una lucha desigual entre un cerebro brillante que funciona a su máxima expresión y un cuerpo que le pone algunas zancadillas. Aún así, se levantó de su silla y realizó su característica caminata de ida y vuelta frente al público mientras desarrollaba sus ideas, sin “ayudamemoria” ni Power Point, y hasta escribiendo algunos conceptos en el pizarrón.
Los aspectos más resaltantes de su conferencia fueron muchos, comenzó por una caracterización de la historia de la medicina, de la cual él fue protagonista de los avances del último siglo. Su padre era médico en una época casi premoderna: no se conocían los antibióticos, los virus, los transplantes, las transfusiones de sangre eran una novedad. “En el botiquín de mi casa había unos diez medicamentos, la mitad eran tóxicos y, del resto, la mayoría eran adictivos. Teníamos aspirina y quinina, pero también belladona y opiáceos. Nuestros abuelos eran drogadictos sin saberlo ¡pero se curaban!” bromeó.

Más que difundir el libro, su conferencia estuvo orientada en la jerarquización de la profesión médica. Resaltó la necesidad de la realización de investigaciones multidisciplinarias con la intervención de biólogos, químicos, filósofos y sociólogos, además de médicos. En esta línea cuestionó a las falsas medicinas y principalmente a las falsas filosofías. “El problema de los empiristas clásicos fue que no eran racionalistas, y de los racionalistas que no estaban comprometidos con el empirismo. Deberíamos fundar el racio-empirismo”, bromeó nuevamente.

Pero su preocupación estuvo orientada a las corrientes posmodernas y su influencia en la medicina. “Ustedes tratan a los pacientes convencidos que existen externamente a sus pensamientos y que sus dolencias son tratables. Sin embargo, muchos filósofos todavía sostienen que el mundo sólo existe en el pensamiento propio y que para cambiarlo hay que cambiar el pensamiento”; “A Kuhn le preguntaron si el mundo cambia cuando cambiamos la idea que tenemos de él ¡Por supuesto! contestó». “Cuidado con las filosofías, muchas son anti científicas y anti conocimiento. Debemos evaluar cada filosofía y si no surge algún aporte útil debemos descartarla”.
Posiblemente el momento de mayor interés para los médicos fue su interpretación del diagnóstico, en la cual afirmó que la relación entre el Síntoma y la Enfermedad todavía no es del todo conocida. Planteando el pizarrón una sencilla relación lógica expresó que habitualmente se cree que hay una relación directa entre síntoma y enfermedad, pero que eso es falso y dio un par de ejemplos a modo ilustrativo. El motivo, señaló, por lo que esa relación no funciona del todo bien es que la medicina actual se compone de hipótesis pero, a diferencia de otras ciencias, carece de una teoría. Y que ese debería ser el objetivo de la investigación médica actual: lograr una teoría médica que integre el conocimiento.