Primer reclamo por un cementerio y restos indígenas en Buenos Aires
Una organización de descendientes de diversas etnias indígenas pidió a las autoridades conocer el destino de 116 cuerpos extraídos por arqueólogos en el nordeste bonaerense a lo largo de más de un siglo y reclamó que se preserve un antiguo cementerio, en la primera reivindicación de este tipo en la Provincia de Buenos Aires.
El sitio que motiva la iniciativa es Punta Querandí, entre el canal Villanueva y el arroyo Garín, en las afueras del pueblo bonaerense de Dique Luján y cerca del paraje Villa La Ñata, donde tiene una propiedad el gobernador bonaerense, Daniel Scioli.
El lugar es frecuentado por pescadores y otros visitantes en plan recreativo, pero según el Movimiento en Defensa de la Pacha, fundado en 2009 por descendientes de indígenas emigrados desde sus lugares ancenstrales a la zona metropolitana y por otras personas, es ambicionado por proyectos inmobiliarios.
«Lo que reclamamos es que sea mantenido como lugar público y se preserven los restos que allí dejaron los pueblos que habitaban la zona antes de la invasión europea», dijo Pablo Badano, integrante del Movimiento y periodista de temas indígenas.
La organización construyó allí un salón, señalado con carteles y la whipala -la bandera de los pueblos originarios-, que fue generando un movimiento cultural en su torno, a tal punto que es visitado por delegaciones escolares.
El descubrimiento del valor arqueológico e histórico del lugar se dio a partir de la extensión del canal Villanueva en el marco de la construcción en la zona del barrio privado Santa Catalina, hace más de una década.
«Esa obra afectó un cementerio, conocido como sitio Garín, del mismo modo que el sitio Sarandí desapareció por Nordelta. Del lugar se sacaron dos cuerpos. Ya no se discute que es un cementerio, lo que lo convierte en un lugar sagrado. Santa Catalina se construyó encima y lo dañó», afirmó Badano.
Más tarde, los vecinos comenzaron a observar restos arqueológicos que afloraban al desprenderse tierra de las barrancas de la otra orilla del canal Villanueva, producto del proceso erosivo. Ese lugar es Punta Querandí.
El interés de organizaciones de pueblos originarios creció hace unos años, cuando visitantes y pescadores fueron advertidos por guardias de barrios cerrados próximos que el lugar había sido comprado para un proyecto privado.
En diciembre de 2008, una investigación arqueológica encargada por una constructora excavó durante diez días en un sector de 18 metros cuadrados de los más de 6.000 que tiene el terreno en cuestión.
Encontró cerámica y restos de animales consumidos como alimento y otras evidencias de un antiguo asentamiento, pero no cuerpos humanos, por lo que el informe funcionó como visto bueno a nuevas construcciones.
La novedad movilizó a las personas y organizaciones indígenas que se habían interesado, por lo que el 4 de enero de 2009 constituyeron el Movimiento en Defensa de la Pacha, instalaron allí un acampe permanente para evitar obras en el lugar, hicieron su propia búsqueda que sí dio con restos humanos y luego construyeron el actual salón, según relató Badano.
El Movimiento tomó nota además de un informe de Daniel Loponte y Bárbara Mazza, expertos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano y del Conicet, que contabiliza 116 cuerpos encontrados por arqueólogos en la zona de Tigre, Escobar y Campana, desde el siglo 19.
A partir de ello, unió el reclamo de preservación «del sitio público y sagrado de Punta Querandí» al de conocer el destino de los restos de aquellos ancestros indígenas.
El domingo 4 de noviembre, en el comienzo de un mes que para muchas culturas originarias está dedicado a los difuntos, el Movimiento hizo un homenaje a los ancestros en Punta Querandí.
Las decenas de personas que se congregaron para la ceremonia compartieron luego una comida comunitaria, levantaron un altar e hicieron una caminata para reconocer algunos de los enterratorios indígenas de la zona.
En rigor, la festividad se lleva a cabo el 1 y 2 de noviembre y es de origen previo a la llegada de los españoles.
“Según la tradición, durante ambos días, quienes ya no están físicamente presentes en el mundo regresan para visitar a sus seres queridos, por única vez en el año”, explicaba el documento que convocaba a aquella ceremonia.
“Es costumbre preparar altares para esperarlos y agasajarlos, donde se colocan flores, velas, fotografías de los difuntos, comida, bebida junto a figuras y otras ofrendas. Esta fecha es vivida con alegría y expectativa, ya que es una oportunidad para reencontrarse con ellos”, concluyó.