Barreda podría perder hoy la casa en la que mató a su familia hace 20 años
A veinte años de la masacre, y luego de pasar 15 años en prisión, Barreda podría perder hoy su patrimonio si finalmente el Senado bonaerense aprueba el proyecto que propone convertir su casa de La Plata en un centro de referencia para combatir la violencia de género.
El domingo 15 de noviembre de 1992 Ricardo Barreda cargó su vieja escopeta Víctor Sarrasqueta e inició una cacería infernal que marcó un antes y un después en la crónica roja contemporánea. Pocas horas después llamó por teléfono a la comisaría primera de La Plata denunciando un falso robo. «Buenos noches. Llamo de la casa de la calle 48 N° 809. Recién llego y están todas muertas».
Barreda era un odontólogo que gozaba de cierto prestigio en la ciudad de las diagonales. Su consultorio estaba ubicado en una zona privilegiada: en las calles 48 entre 11 y 12, a pocas cuadras de la plaza fundacional, el Palacio Municipal y la Catedral.
Su esposa Gladys Elena Margarita MacDonald estaba terminando de almorzar en el comedor junto a su hija Adriana. Elena Arreche, su suegra, leía en su dormitorio de la planta alta, y Cecilia se estaba cambiando para salir con su novio.
Barreda hablaba muy poco con ellas. Hacía un tiempo que mantenía una relación tensa y distante, aunque seguía en la misma casa. «El techo está lleno de insectos que causan una mala impresión. Voy a cortar y atar un poco las puntas de la parra», le dijo a su esposa en el comedor. La respuesta de ella detonó en su mente: «Andá a limpiar, que los trabajos de conchita son los que mejor te quedan, es para lo que más servís».
Barreda fue hasta a la escalera y agarró la escopeta. Y enseguida le tiró a Gladys. Su mujer recibió dos disparos: uno en el pecho y otro en el estómago. A Adriana, que estaba con ella, le pegó otros tres. «En ese momento oigo que baja mi suegra. Aparece por el pasillo y cuando está a la altura de la puerta del comedor, vuelvo a disparar. Dos veces. Veo a Cecilia bajar corriendo por la escalera. Me grita: “¿Qué hiciste?”, y creo que también “hijo de puta”. Le disparé cuando estuvo a tres metros. En ese momento sentí sensación de alivio, de liberación y de que había hecho justicia”.
A veinte años de la masacre, y luego de pasar 15 años en prisión, Barreda podría perder hoy su patrimonio si finalmente el Senado bonaerense aprueba el proyecto que propone convertir su casa de La Plata en un centro de referencia para combatir la violencia de género.
Fuentes judiciales indicaron a Online-911 que la iniciativa parlamentaria ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados bonaerense, donde fue aprobado por unanimidad, y destacaron que la sesión está prevista para las 14.
Al respecto, el coordinador de la ONG María Pueblo, dedicada a asistir víctimas de la violencia de género, Dario Witt, sostuvo que tienen expectativas en que el Senado “apruebe también la norma por unanimidad”.
«Es el primer antecedente en el mundo que un Estado expropia la vivienda de un asesino de mujeres para convertirlo en un centro de referencia para asistir a víctimas de violencia de género», explicó Witt.
El proyecto tendrá tratamiento en la cámara alta bonaerense hoy, justo cuando se cumplen veinte años del cuádruple femicidio cometido por el odontólogo.
Tras el trágico hecho, la vieja casona de calle 48 entre 11 y 12, junto a otras propiedades, fueron materia de controversia en el fuero Civil y Comercial de La Plata.
Barreda reclama la totalidad de la vivienda, pero los familiares de su ex esposa pretenden que sea declarado indigno y despojarlo del inmueble que, según martilleros de La Plata.
Según revela el libro «Conchita, el hombre que no amaba a las mujeres» del escritor y periodista Rodolfo Palacios, el odontólogo está molesto con la iniciativa.
Según Palacios, que mantuvo varias entrevistas con él y Berta en el departamento que comparten en el barrio de Belgrano, Barreda «está desesperado por recuperar esa casa, porque quiere vivir ahí, ejercer ahí. El viaja a La Plata casi todas las semanas para recuperarla».