Día de la Memoria: familiares de los genocidas marchan por primera vez

Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia: los familiares de los genocidas marchan por primera vez a Plaza de Mayo

Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia: los familiares de los genocidas marchan por primera vez a Plaza de Mayo
Nucleados en la agrupación «Historias desobedientes», hijas e hijos de represores se movilizan este 24 de marzo para conmemorar a las víctimas de la última dictadura militar.
El fallo de la Corte Suprema de Justicia que benefició al represor Luis Muiña con el 2×1 fue el catalizador para que, en medio de la marejada de críticas que despertó aquella escandalosa medida, se oyera por primera vez una voz hasta el momento acallada: la de los familiares de los genocidas.

Esa primera voz fue la de Mariana Dopazo, hija de uno de los represores más feroces con los que contó la dictadura militar para implantar el terrorismo de Estado: Miguel Osvaldo Etchecolatz.

El 10 de mayo del año pasado Mariana marchó. Fue una más entre las 500 mil personas que en Buenos Aires exigieron que los genocidas no puedan acceder al beneficio del 2×1. Lo hizo en silencio. Sin que ninguna de las personas que estaban a su lado supiera que había visto el horror en su faceta más desconocida, el de la cotidianeidad.

Pero este 24 de marzo, por primera vez desde la recuperación de la democracia, los hijos y nietos de los genocidas marcharán sin esconderse, lo harán encolumnados detrás de la agrupación «Historias desobedientes», en la que confluyen otra clase de víctimas que dejó el terrorismo de Estado: la de los portadores de pesadas historias ajenas y cuyos apellidos impiden dejar atrás.

No será la primera vez que marchen juntos: ya lo hicieron en junio del año pasado, en la movilización convocada por Ni Una Menos.

Días después de marchar contra el 2×1, Mariana habló con Juan Manuel Mannarino, y de esa charla salió una nota publicada en la revista Anfibia, que a su vez disparó una serie de encuentros. Desde esas primeras reuniones fueron ganando y perdiendo integrantes, pero la constante fue el predominio de las mujeres en el grupo.

«Sabemos que algo tenemos que ver con ese horror: nuestros padres, o nuestra madre, o tal vez nuestros abuelos o nuestro propio hermano o nuestro tío o padrino tan queridos fueron parte de los delitos más aberrantes que haya conocido la humanidad. Algo tenemos que ver con ese espanto. Es algo siniestro, ominoso, por su cercanía, por su cotidianeidad», admiten en su sitio web.